ENRIQUE
PICHARDO
Pichardo no es un artista,
es un niño con muchos años.
Enrique Pichardo Egea nació en la Ciudad de México el 17 de abril de 1973, donde actualmente vive y trabaja, desde muy temprana edad mostró un gran interés por la creación, por darle forma a su mundo interior, a través sencillas expresiones artísticas que simplemente lo hacían feliz.
Pasó sus años formativos experimentando diferentes caminos y librando obstáculos antes de retomar aquello que tanto le apasionaba en su infancia, es así como decide inscribirse en la prestigiosa Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, “La Esmeralda” en la ciudad de México en donde estudiaron grandes artistas como Diego Rivera y Frida Kahlo. Ahí, sin embargo, no se permitió estar limitado por lo que percibía como reglas estrictas y burocracia, por lo que decide rescatar la naturalidad de la inocencia creativa de su infancia. Regresó a lo natural, a lo libre; experimentando todo lo necesario para reencontrarse con el sello que desde niño tenía y que más tarde definiría el estilo único que hoy representa al artista.
Hoy el niño de 8 años que vive dentro de Enrique Pichardo pinta con toda su personalidad, con cuerpo, mente y alma; de esta forma presenta auténticamente lo que quiere comunicar, su estilo musical, obsesivo y compulsivo; es una representación contemporánea del expresionismo mexicano que se ha vuelto internacionalmente reconocido y celebrado dentro del mundo del arte latino, gracias a sus distintivos simbolismos de inspiración que van desde la cotidianidad transformada en vida palpitante, hasta personajes primitivos llenos de magia y espiritualidad vibrante.
Pichardo ha tenido numerosas exposiciones individuales en México, así como exposiciones internacionales en Miami, España y Singapur.
Su trabajo ha sido exhibido en los museos más importantes de la Ciudad de México como, Bellas Artes, Frida Kahlo, San Carlos, José Luis, Museo de Arte Popular, Dolores Olmedo, Culturas Populares, además ha expuesto en Estados Unidos, Europa, Asia, Sudamérica y cientos de coleccionistas ha apostado por su trabajo al rededor del mundo.
Alegría y gozo prevalecen en sus obras, eso es lo que quiere dar a los espectadores; la originalidad del arte visual, nos hace sentir a través de la contemplación, lo que impulsa, estimula, deleita, emociona, lo que solo puede transmitirse pictóricamente, no lingüísticamente.
Las obras de Pichardo son principalmente figurativas, en forma de líneas, con figuras mágicas, a menudo caprichosas. Sus tonos de colores vibrantes, llamativas paletas de color en bloque, signos pictóricos, imágenes biomórficas y formas geométricas demuestran la inspiración de los grandes artistas europeos modernos.
Un canto a la vida, una expresión de júbilo. Todo en su trabajo es color y alegría, es la convicción de acercarse al arte a través de un retorno a su infancia y sus primeras huellas, en cualquier caso, se puede percibir esa indescriptible complicidad entre artista, obra y una personalidad carismática y cautivadora en sus creaciones que fueron concebidas solo como un pretexto para festejar el hecho de estar vivo.
” Estudié en una de las escuelas de arte más prestigiosas de mi país. Pero aprendí mucho más afuera que ahí. Mis verdaderos maestros fueron grandes pintores cuyo trabajo admiré y a los que les robé todo lo que pude para luego encontrar mi propio estilo y gente real e interesante que fuí encontrando en mi camino que me sirvieron de maestros de vida, de los que aprendí que el conocimiento más importante es el que se tiene de uno mismo”
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